En Ciudad de México, Gerardo busca comprender por qué ha sido abandonado por su amante

 
Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor de Julián Hernandez
 
México, 2003 (Hablada en castellano)
82 min, 35mm,b&n

La película de Julián Hernández cuenta, en blanco y negro y con una lengua alejada de todo naturalismo, la historia de un homosexual que, durante siete días, deambula por la ciudad de México tratando de encontrar a alguien que sea capaz de develarle el secreto que se esconde en las líneas de una carta de despedida dejada por un amante efímero. Hernández reconoce su pasión por lo que él denomina  melodrama sublime. Los elaboradísimos textos que sus personajes pronuncian constituyen, desde este punto de vista, verdaderos manifiestos.


 
Reparto:  
 

Juan Carlos Ortuño (Gerardo), Juan Carlos Torres (Bruno), Pablo Medina (Andrés), Martha Gómez (Martha), Rosa María Gómez (Mary), Pilar Ruiz (Lola), Llane Fregoso (Mirella),  Miguel Loaiza (Adrián), Salvador Hernández (Antonio), Martín Solís (muchacho en el billar), Marcos Hernández (muchacho en el billar), Salvador Álvarez(Susana), Manuel Grapain Zakelarez (Jorge), Mario Oliver (Umberto), Gloria Andrade (novia de Umberto), Perla de la Rosa (Anna, madre de Gerardo), Clarisa Rendón (Nadia)

Staff:  
 

Guión: Julián Hernández
Fotografía: Diego Arizmendi
Dirección de arte: Carolina Jiménez
Sonido: Aurora Ojeda
Edición: Jacobo Hernández y Emiliano Arenales Osorio

Información adicional:

Julián Hernández nació México DF en 1972. Trabajos anteriores (cortos): Por encima del abismo de la desesperación y Hubo un tiempo en que los sueños dieron paso a largas noches de insomnio

TIERRA EN TRANCE
 

Quizás una serie de nombres permita situar la película de Hernández en una tradición cinematográfica. El título de la película está tomado de la estrofa final de La persecución, un poema de Pier Paolo Pasolini ("Vergüenza y esplendor, vergüenza y esplendor, / Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, / Jamás acabarás de ser amor"). La anécdota, por su parte, proviene de algo que le sucedió a Reiner Fassbinder. Hernández, además, cita, en un bello texto, una frase no menos bella de Douglas Sirk: “La felicidad existe porque puede destruirse”.


 
 



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